viernes, 11 de agosto de 2017

Enrique Bunbury, errante de medio siglo.


A bordo de los Héroes del Si­lencio, comandando su Pe­queño Cabaret Ambulante y a los Santos Inocentes, Enrique Bunbury ya tiene un andar bastante largo, acompañado de varios fans y odiado por muchos otros. Dicen que es el Maná de España, pero no existe punto de comparación entre él y los mexicanos, sólo es un punto de encuentro para detractores de su música.

En su calendario no hay presentaciones próximas. El último material, Palosanto, data de 2013. Hada Chala­da se trata del último sencillo que promocionó como par­te de sus Archivos, un par de volúmenes que recorren la carrera de Enrique a través de clásicos, de canciones ja­más incluidas en sus ma­teriales, bandas sonoras y colaboraciones.

El festejo lo hará en solita­rio. A menudo se manifiesta a través de sus redes socia­les, quizá será hoy la ocasión para el ono­mástico. Si él no lo hace, Mon Laferte lo está haciendo aho­rita. En su descanso, tiempo de graba­ción, lo que sea en lo que el zaragoza­no ande, la chilena le da pre­sencia con su sencillo Mi buen amor, un dueto incluido en su disco La Trenza.

Desde 2014, Bunbury dio a conocer que estaría en una especie de retiro temporal. En aquella ocasión anunció cancelaciones de conciertos y reapareció en el Vive Lati­no de hace un año ante más de 80 mil personas.

Su actividad es esporádica desde hace unos años, de pronto sale con la sorpresa de un dis­co nuevo, sencillo inédito, libro o cualquier sor­presa que se le ocurra.

Es un hecho que no vol­verá con Héroes del Silencio, en 2007 hicieron una gira y Bunbury dejó en claro que fue el adiós definitivo del gru­po que lo vio crecer y que dio clásicos como La chispa ade­cuada e Iberia sumergida.

Pero todas esas canciones aún son tocadas por él en su faceta como solista, así lo hizo en el Vive Latino.

Su carrera como solista ha tenido altibajos desde que co­menzó con su Radical sonora hace casi 20 años. Porque fue un giro electrónico, más mo­vido que sacó de sus casillas a los fanáticos de los Héroes del Silencio, desgraciadamen­te esto hizo que Radical So­nora no fuera bien recibido, incluso con canciones como Alicia (Expulsada del país de las Maravillas), Salomé y Ser­vidor de nadie.

Fue hasta el disco Peque­ño donde por fin se sacó la espina y se echó a todos a la bolsa, donde imprimió mú­sica mediterránea, ranchera, minimalista y todas sus in­fluencias. Hasta 2002 entró al terreno comercial con Fla­mingos y su Lady Blue. Siguió el éxito con El viaje a ninguna parte, un material conceptual de 2005 donde Bunbury con­tó sus viajes.

A partir de ahí ya Enrique tuvo su carrera más sólida, que después se desplomó, pues sus siguientes álbumes no fueron del total agrado de sus fans, hasta que sacó su MTV Unplugged con colabo­raciones como Draco Rosa, Vetusta Morla, Carla Morrison y León Larregui, duetos que gustaron, pero jamás dieron la talla como la mancuerna que hizo junto a Nacho Vegas en el disco El tiempo de las cerezas.

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