
El pasado mes de septiembre Bunbury anunció su nuevo álbum de estudio “Expectativas”, sucesor de “Palosanto” (2013), a través de un vídeo promocional de doce minutos de duración dirigido por su esposa José Girl. Posteriormente el artista zaragozano presentó “Parecemos tontos” y “La actitud correcta”, dos canciones que fluctúan respectivamente por territorios bien diferenciados para mostrar dos de las caras que más nos gustan de Bunbury: la de artista con claro gusto por la poesía y la de estrella de rock con todas las letras.
En su momento ya hablamos brevemente sobre cada una de ellas, pero hoy disponemos de bastante más información acerca del compacto gracias a su discográfica, Warner Music, y la nota elaborada por Jesús Navas:
“Expectativas” es su disco más carnívoro, feroz y diagnosticador, la banda sonora de una distopía que ha mutado en realidad, que se conjuga en presente de indicativo y que, a primera vista, carece de fecha de caducidad. En las once canciones que conforman su nuevo álbum el compositor nos ubica en un ecosistema tan atroz como el que aparece en Un mundo feliz de Huxley, en 1984 de Orwell o, desde un punto de vista musical, en el “Diamond Dogs” de Bowie, sólo que, en lugar de recurrir a la fabulación, el músico canta basándose en lo que ve, en lo que lee, en lo que vive.
No es la primera vez que Bunbury se muestra crítico con nuestra sociedad. A lo largo de sus ya más de treinta incontestables años de biografía musical, en los que ha encumbrado y ha dotado de vanguardia, intelectualismo y vida al rock en español, ya sea en solitario, ya con Héroes del Silencio, el Gran Mutante nos ha brindado joyas como “Deshacer el mundo”, “Mundo feliz”, “Anidando liendres” o “Todos lo haremos mejor en el futuro”. Su anterior álbum de estudio, “Palosanto”, era una panorámica poliédrica de un momento de cambio social efervescente, apasionante y, según en qué casos, esperanzador. “Expectativas” es el heredero lógico de este disco. Resulta que el escenario del día siguiente no se ha revelado como mejor, y no ya sólo por culpa de las élites (que también: “La mano que me alimenta / es la mano que me va a golpear” canta en “Al filo de un cuchillo”, “Intentan desplumar nuestras alas / como si fueran un casino de Las Vegas” en”Parecemos tontos”), sino porque el hombre-masa se ha corrompido, envilecido, homogeneizado y, en definitiva, alienado.
“Expectativas” se divide en dos partes: en la primera, compuesta por las seis primeras canciones, encontramos a un Bunbury que zarandea, que señala al grupo que nos incluye, que dispara a discreción contra la mediocridad, contra la idiotez, contra el cainismo y contra el crimen; en la segunda, con las cinco piezas restantes, el yo se erige protagonista y destila autoridad –no autoritarismo, ojo–, personalidad, rebeldía y hasta ofrece consuelo en “La constante”. El trabajo, producido por el propio Bunbury y grabado con Los SantosInocentes más el exquisito saxofón de Santiago del Campo –ex de Los Especialistas–, suena contundente, elegante, tenebroso. Puede que sea el disco más abrumador del zaragozano, el que menos escapatorias ofrece y el que más se parezca a un clamor. En “Expectativas” Bunbury recrudece el ‘sonido Palosanto’ y nos ofrece un bufé de sintetizadores (de los 70 y de los 80, como el mini Moog, el Prophet y el Juno-60), de mellotron, de guitarras distorsionadas y sutiles y de ritmos firmes y agresivos.
En definitiva, con “Expectativas” Enrique Bunbury ofrece un disco ambicioso, vibrante, implacable y hermoso. Es una pintura negra goyesca en la que, levemente, asoma la salvación. Sus once canciones son un ejercicio inteligente, crítico y crudo de belleza y arte, a pesar del –aunque, siendo cínico, cabría apuntar un gracias a– esperpento totalitario y cotidiano. Sin duda, este trabajo se encuentra entre sus obras fundamentales. No hay mejor manual para sobrevivir a la ceremonia de la confusión, esa que se celebra en nuestro día a día.
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