No ha sido Bunbury un artista que ocupara muchas líneas en medios “indies” pero eso está cambiando con Expectativas. 4 años después de la publicación de su último disco Palo Santo – con recopilatorios, directos y desenchufados mediante con los que parece haber cerrado una etapa – el zaragozano ha dado otro giro a su carrera. No es solo que esos medios, que muchas veces pecamos de ser demasiado cerrados para todo lo que tenga éxito y no concuerde con unas leyes no escritas que parecen inmutables, se hayan puesto de acuerdo en prestarle atención. Si no que el disco respira algunos de los tics (en el mejor sentido de la palabra) de la música independiente y entonces parece que uno de los cantantes más versátiles del rock en castellano es uno de los nuestros. Sería cuestión de hacérselo mirar y eliminar prejuicios sobre artistas que están por encima de etiquetas.
La ceremonia de la confusión abre el disco con unos saxos que recuerdan al Bowie de por ejemplo su último trabajo Blackstar y que están bastante presentes en los arreglos de varias canciones y le otorgan un marcado carácter que se añaden a unas letras oscuras, que solo dejan un resquicio de esperanza por su fe en el ser humano (como en Parecemos tontos: “No conseguirán engañarnos a todos”). No tanto pero también tienen su importancia en el disco los teclados, por ejemplo de La Constante. Canción algo sola entre el resto del setlist, no tanto por ser casi una ranchera/bolero y si por ser una canción de amor. Pero es que la voz de Enrique brilla en todos los terrenos y esta no es una excepción. No sabemos si Bunbury tendría presente al escribirla el capítulo de Lost (Perdidos) donde Desmond encuentra en Penny a su constante.
La actitud correcta y Parecemos tontos han sido los single de adelanto y dan una buena pista de por donde van los tiros con este nuevo trabajo. Un sonido de rock actual con menos raíces en la música sudamericana y unas letras pegadas a la actualidad y a la incomprensión del destino del mundo (La actitud correcta se distingue por una actitud irónica sobre la industria musical). El Bunbury más político se deja ver en letras comprometidas en las que muestra su enfado, incomprensión y hartazgo por la situación política. Tampoco es que Enrique escurra el bulto y asume la responsabilidad del ciudadano de a pie con bastante acidez en Cuna de Caín “entre hermanos nos hacemos daño siempre que nos encontramos” o en En bandeja de plata, donde también la crítica al mundo de la política es devastadora “pudiendo escoger entre dos o tres preferimos al más subnormal. No puede un retrasado mental estar al frente de todo”.
Estamos encantados de poder seguir disfrutando de uno de los artistas con más carisma y éxito de la historia del rock en castellano. Don Enrique Bunbury sigue en plena forma, manteniendo inquietudes y atento al panorama musical (como ha demostrado elogiando en entrevistas a grupos actuales como Rufus T. Firefly o Viva Suecia) lo que no es ni mucho menos tan habitual.
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