miércoles, 21 de febrero de 2018

Bunbury y su romance con Ciudad Juárez.


Es indudable la sinergia entre el músico zaragozano y nuestro país México. En innumerables entrevistas a señalado la pasión que lo une con los mexicanos, y a la par los mexicanos han hecho del español un icono musical, que ha mantenido un idilio por años.

Sin duda alguna, el artista en sus primeras producciones musicales como solista, siempre pisaba tierra en la mejor frontera del mundo, en ese laboratorio que es Ciudad Juárez.

Recuerdo perfectamente que en agosto del año 2002 cuando recién llegaba como profesionista a esta frontera, al día siguiente Bunbury se presentaba en el gimnasio universitario con su entonces última producción “Flamingos”, era uno de mis anhelos hechos realidad, escuchar a quien había marcado mi adolescencia en un concierto en vivo.



Desde antes Bunbury no abandonaría la frontera, los juarenses de nacimiento y por adopción ponían a reventar cualquier escenario en el que se presentara. No por nada en el álbum mencionado dedicaría “Ciudad de bajas pasiones” en un tributo a su romance con la fronteriza.

Volvería después de forma recurrente, sin embargo algún episodio desconocido, hizo que el artista no pudiera regresar más a tocar en tierras juarenses. Alguna vez leí en la red social un comentario de alguien que se jactaba de ser el único que podía traer de nuevo al artista a estas tierras, ya que a su decir tenía un contrato que le daba la exclusividad, lo que derivó en la ausencia por aproximadamente una década del músico en nuestra tierra.

Sin decir nunca nada al respecto, Bunbury incluía en sus giras la vecina ciudad norteamericana del Paso, Texas, quizá por la imposibilidad de tocar en la frontera de tierras mexicanas. Siempre abarrotaba sus conciertos, pero el ánimo distaba de la magia recíproca con los juarenses y con el romance que quedó manifiesto en la letra de la canción ya mencionada.

En 32 días la espera concluirá, Bunbury regresa al parque El Chamizal, aderezando como elemento principal el llamado Festival Tecate Supremo y presentando su nuevo disco “Expectativas”, será como volver con un viejo amor que nunca dejó de latir, quizá feneció el contrato que los distanciaba de los fronterizos, y volverá impetuoso a demostrar a sus fieles seguidores que el romance nunca terminó. Volverá a latir aquellas bajas pasiones, recordando aquella exposición del filósofo alemán Fiedrich Nietzsche en el aforismo 58 de su obra Humano Demasiado Humano

Podemos prometer acciones, pero no sentimientos, pues estos son involuntarios. Quien promete a alguien amarle siempre u odiarle siempre o serle siempre fiel, promete algo que no está en su mano; lo que se puede prometer es acciones que, en verdad, son originariamente las consecuencias del amor, del odio, de la fidelidad, pero que también pueden provenir de otros motivos, pues a una sola acción conducen caminos y motivos diversos. La promesa de amar siempre a alguien significa, pues: en tanto que te ame, te demostraré las acciones del amor; si dejo de amarte, seguirás, no obstante, recibiendo de mí las mismas acciones, aunque por otros motivos, de modo que en la mente de las demás persista la apariencia de que el amor será inmutable y siempre el mismo. Por tanto, se promete la persistencia de la apariencia del amor, cuando, sin cegarse a sí mismo, se promete a alguien un amor eterno.”

Es pues el regreso de un hijo predilecto de la fronteriza Ciudad Juárez, un reencuentro, si los sentimientos son involuntarios como lo expreso el filósofo alemán, volverán a fluir los mismos al mismo tono, volverá a surgir la sinergia y esa simbiosis entre el artista y su público, aquello que por más que queramos evitar tiende a fluir inconscientemente.

De la ciudad de las bajas pasiones, la desmenuzaremos en otro entrega.

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